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Han transcurrido casi 45 años de ese día en que Edith Quilodrán Arias (dos hijas) comenzó a involucrarse en esta historia de apetitosos sabores, que han sido el sello de calidad del Restaurante El Troncal, lo que le ha valido contar con una clientela fiel, además de los “recomendados”, esos que llegan por el dato de la comida chilena. La historia comenzó por allá por el año 1978 en la esquina de Pinto con Miraflores, corazón del barrio Estación de Temuco, donde El Troncal permaneció hasta 1991, año en que se trasladó con “bombos y platillos” hasta Lautaro 1466, donde continúa atendiendo hasta el día de hoy, con su característica carta: comida típica chilena, pescado frito, pailas marinas y los mejores sándwiches del casco histórico de la ciudad. Y ojo, que no solo es la comida, la señora Edith se ha preocupado personalmente, también, de la decoración y el detalle no pasa inadvertido, porque la iluminación y los adornos convierten a “El Troncal” en un lugar, muy, pero muy entretenido. Sobre cómo han sido estos más de 40 años de trabajo, la señora Edith nos cuenta que, tal cual es la vida, ha habido de todo: momentos altos, intermedios y bajos, como los vividos producto de la pandemia, pero lo importante, reflexiona, es que ya nos estamos poniendo de pie y que los clientes han mantenido la fidelidad, gracias a la atención y por supuestos a los sabores.